Aún persiste presente el recuerdo de esa primera vez en que sus miradas se cruzaron para alinearse en el mismo sentido.  Aún podemos oír el tic tac golpeando levemente sobre su pecho, y ver ahí aún sentada a esa pequeña niña junto a ese gran mono de peluche; tan pequeña, asustada y quebradiza.  En medio de ese silencio que los rodea, ella lo mira con decisión, viendo en ese mismo instante en sus ojos arder fuego. Juré en ese instante ver como ese fuego atravesó mil ventanas, chocando con el "clap" de su caparazón, haciéndolo arder y caer en mil pedazos el miedo que resguardaba en su corazón. De como el viento apagó ese fuego tenebroso, arrastrando hasta dentro de ella todos esos sentimientos envuelto en hojas de mil formas y tamaños. De como él se acercó despacio, envolviéndola en sus lágrimas, cubriendo sus pesadillas en un abrazo eterno.