Tarde de verano

La suave brisa mecía de manera elegante su pelo, el olor fresco de la hierba, el trinar de los pájaros y lo refrescante del agua… Los días de verano tocaban a su fin y sabía que tardaría en volver a tener un instante así, anonado cerré los ojos para dejarme llevar era tal el instante de paz… una carcajada interrumpió mi nirvana personal

-Toooontooo – dijo ella con voz burlona- te vas a quedar dormiiiidoooo 

Y ahí estaba ella de nuevo, sonriente como siempre a escasos centímetros de mi cara.
-¡No digas estupideces!- respondí haciéndome el ofendido- simplemente pensaba…
-¡Qué aburrido eres!- dijo con desdén- sieeeeempre pensando, ¡te vas a quedar peor de lo que estás! ¿Ahora sobre qué divagas?
- Pueeees… -Y torné los ojos- sobre lo difícil que será volver a tener un momento como este… cuando acabe este verano
-¡Ahhhh!- una mueca de sorpresa se dibujó en su cara- otra vez igual… ¿por qué no piensas mejor en como disfrutar este instante? O, bueno… si piensas eso… con lo pavo que eres seguramente lo pensarías tanto… ¡que se te pasaría el momento!- sonrió…

Suspiré… y la miré de nuevo… adoraba su voz dulce pero infantil… sus ojos vivos con esa chispa…y lo gracioso que movía los píes en el agua chapoteando… una ráfaga de viento… 

-¿Cómo lo haces?- pregunté tímidamente…

Me miró y sonrío de nuevo

-¿Cómo hago… el qué?

-Pues eso… ¿cómo siempre consigues?... consigues sonreír… y no sólo sonreír sino sonreír de esa manera…

-¿Cómo… así? Y exageró la mueca de manera cómica y desproporcionada, rompimos a carcajadas…

-No séeeeee… simplemente, siempre siento que todo saldrá bien, tengo fe en mis actos, tengo en fe en los que me acompañan, y estoy segura… segura de que sea lo que sea lo que me proponga lo conseguiré…

Perdimos miradas en el horizonte… un pájaro pasó como una ráfaga a beber en el río…

-Me alegro de tanto de haberte conocido…-dije con un hilo de voz
Me miró con gran ternura y dijo:
-¿Ahora te vas a poner sentimental?

Me levanté… y la abracé… la abracé como nunca antes lo había hecho… la abracé con mi alma entera y sentí como sus cálidas alas invisibles me abrazaban a mi también. Le aparté su largo pelo de la oreja y le susurré:
-Ahora… por favor… ahora no te vayas… quédate un ratito más
Con su voz sosegadora… simplemente dijo
-Siempre, siempre, estaré a tu lado, sólo debes creer en mi… y sentirme, siénteme… para que nunca muera…
-Quiero… que este momento nunca se acabe…
-Yo también…
La abracé aun más fuerte…
-Gracias…- dije con debilísima voz…
Las lágrimas resbalaron por mis mejillas… tan brillantes… que parecían perlas a la luz del atardecer…



A partir de ahí… todo está borroso…




Jairo

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