Un silencio acogedor.

Nos contemplamos un buen rato sin hablar,Acostumbrado a su rostro cubierto de blanco,paseé la mirada por aquel firmamento de pecas que eran mi cielo.
Luego miré sus hombros desnudos y sus brazos con un solo guante.
-Vas a coger frío-le dije-.Creo que ya es hora de que te devuelva lo que es tuyo.
Con cierta pena,saqué de mi bolsillo el guante que me había acompañado desde una Navidad que parecía quedar siglos atrás
-Pónmelo tú-me pidió.
Lleno de torpeza,necesité tres intentos hasta que conseguí que sus finos dedos entraran en el guante.Luego lo desenrollé lentamente como una segunda piel hasta llegar a su codo.
Cuando hube terminado me pasó los brazos por el cuello y me besó.
Y el mundo se detuvo.


Retrum

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