Elogio de Helena,Gorgias.


Perfección para la ciudad es el valor de sus habitantes, para un cuerpo la belleza, para un alma la sabiduría, para una acción la virtud, para un pensamiento la verdad.Las cualidades contrarias a éstas implican imperfección.En un hombre, en una mujer, en un pensamiento, en una acción, en una ciudad, es preciso honrar con alabanzas lo que sea digno de alabanza y cubrir de censuras lo que sea censurable.Pues tan erróneo e inexacto es censurar lo que debe ser alabado como alabar lo que debe ser censurado.

La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas.En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión.Voy a demostrar que esto es así, pues es preciso ponerlo de manifiesto ante la opinión de los que me escuchan.

Yo considero y defino toda poesía como palabra con metro.Esta infunde en los oyentes un
estremecimiento preñado de temor, una compasión llena de lágrimas.Y una añoranza cercana al dolor, de forma que el alma experimenta mediante la palabra una pasión propia con motivo de la felicidad y la adversidad en asuntos y personas ajenas.
Y ahora voy a pasar a otro argumento.Las sugestiones inspiradas mediante la palabra producen el placer y apartan el dolor.La fuerza de la sugestión adueñándose de la opinión del alma, la domina, la convence y la transforma como por una fascinación.
Dos artes de fascinación y de encantamiento han sido creadas, las cuales sirven de extravío al alma y de engaño a la opinión.Y ¡cuántos han engañado y engañan a cuántos y en cuántas cosas con la exposición hábil de un razonamiento erróneo! Si todos los hombres tuvieran completo recuerdo del pasado, conocimiento del presente y previsión del futuro, ese razonamiento no podría engañarlos del modo como lo hace.   Pero es imposible recordar el pasado, conocer el presente y predecir el futuro.Y por ello la mayor parte de los hombres y en la mayor parte de las cuestiones toman la opinión como consejera del alma.
.En efecto, la palabra que persuade el alma obliga necesariamente a esta alma, que ha persuadido, a obedecer sus mandatos y a aprobar sus actos.Por tanto, el que infunde una persuasión, en cuanto priva de la libertad, obra injustamente, pero quien es persuadida, en cuanto es privada de la libertad por la palabra, sólo por error puede ser censurada.
En cuanto a que la persuasión producida por la palabra modela el alma como quiere, hay que fijarse en primer lugar en las teorías de los fisiólogos, quienes sustituyendo una opinión mediante la exposición de otra consiguen que lo que es increíble y oscuro se presente como evidente a los ojos de la opinión.En segundo lugar en las convincentes argumentaciones de los discursos judiciales, con las que un solo discurso encanta y persuade a una gran multitud, siempre que haya sido escrito con habilidad e independientemente de su veracidad. En tercer lugar en las discusiones de materias filosóficas, en las que se muestra también la labilidad de la mente en cuanto hace mutable la confianza en una opinión.Y la misma proporción hay entre el poder de la palabra respecto a la disposición del alma que entre el poder de los medicamentos con relación al estado del cuerpo.Así como unos medicamentos expulsan del cuerpo unos humores y otros a otros distintos, y unos eliminan la enfermedad y otros la vida, así también unas palabras producen tristeza, otras placer, otras temor, otras infunden en los oyentes coraje, otras mediante una maligna persuasión emponzoñan y engañan el alma.
Así, pues, he demostrado que si fue convencida con la palabra, no fue culpable, sino que tuvo mala suerte.

Las cosas que vemos tienen la naturaleza propia de cada una de ellas, no la que nosotros queremos.Además, mediante la percepción visual el alma es modelada en su modo de ser.Y así, cuando la vista contempla personas enemigas revestidas de armadura guerrera con ornamentos guerreros de bronce y de hierro, ya ofensivos ya defensivos, se aterra y aterra al alma, de manera que muchas veces huimos llenos de pavor aunque no haya un peligro en el futuro.
La verdad de esta argumentación se presenta como poderosa a causa del temor que se deriva de la percepción visual, la cual, una vez que se ha producido, hace que se renuncie a actuar, aunque se sepa lo que es bueno según la ley y lo que es justo según el derecho.


Comentarios

Entradas populares