Reinventarse


Supongo que me vino bien que te marcharas de mi vida...de alguna forma, los dos lo sabíamos; lo notábamos en el silencio, en las miradas, en las palabras vacías.


Sí, lo nuestro estaba destinado a ser solo eso;  fragmentos de recuerdos. 

Y aunque no lo creas, sobreviví a esa éxtasis de sentimientos revolucionarios, pasé del odio a la alegría en cuestión de horas o días, sintiendo poco a poco como me asfixiaba menos. 

Porque querido,  dejé de sentirme traicionada de fijarme en alguien que no fueras tu.

Así fue, como se acabaron los silencios, las mentiras que yo misma trataba de reinventarme. Así fue, como aprendí a que no me gusta ser el último aperitivo de nadie; porque ya sabes que siempre me ha gustado ser el primero.




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