In love
No te creerías si te dijese, que no soy buena escribiendo, que se me da mal cuando es hablar y sacar de mi corazón como si de un bostezo se tratase, todo lo que hay dentro de él. A veces, es pura magia lo que mis dedos hacen, otras, es el corazón que embriagado de sentimientos rabia en palabras lo que en él alberga.
Y no se si leerás esto, pero esto es una carta dirigida únicamente a ti. Si algún día tropiezas por aquí, espero que tengas el enorme lujo de leerlo, o más bien, de leerme por dentro un poco más de cerca. No soy experta en hablar de sentimientos y menos si son sobre los míos, pero hoy y en este mismo instante, en el ahora, me encuentro en la necesidad de hacerlo, de volcar en letras, lo que la mente oculta en su interior.
He querido permitirme el lujo de mirar hacia atrás, hacia el momento en el que te conocí. Porque para mi fue especial encontrarte, o más bien, tuve el enorme lujo de tropezarme contigo. Que de alguna forma, recuerdo, que te ganaste parte de mi ser, que fuiste y eres lo que nadie pudo ser capaz de hacer en todo este tiempo: escucharme y comprenderme, incitándome a ser algo mejor; una persona más libre, con sueños y risas aun por dar. Y ahí es, cuando atravesaste mi corazón, y te colaste por la puerta sin dar previo aviso.
Por ello, ahora te miro y te señalo culpable, por hacer que me enamore de ti; de tus cien mil lunares que ocupan cada milímetro de tu piel, de tu pelo color azabache que tanto me gusta, y de tu ojos color miel que tanto me embriagan de amor. Por haber instalado en mi cuerpo diez mil mariposas que reclaman a gritos besos en los que refugiarse cada día. Por ser tus brazos, el refugio cálido que necesitaba. Por dejarme ser yo, en todas mis dimensiones, y aceptarme tal como soy, con mis defectos y virtudes.
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